martes, 17 de agosto de 2010

Ejercicios mentales

Llego sudando con la mochila colgada del hombro y abro la puerta de un empujón. La mujer que aguarda detrás del mostrador me mira con asombro, “¡niña que aquí todavía te vas a cansar más!”, saludo con la boca abierta y me excuso diciendo que nunca me gusta llegar tarde a la clase de Piernas y Glúteos. En realidad no quiero perderme el espectáculo de hombres altos y fornidos paseando por entre las máquinas con la tolla enrollada en la cintura. Siempre a la misma hora. Justo antes de la clase de las 9 se pasean así, como si nada. Yo camino por el pasillo hasta los cambiadores con la cabeza gacha, como disimulando. Ya en el vestidor es otra cosa. Saludo y consigo alcanzar un trozo de banqueta que ha quedado vacía. El ambiente es caldeado y todas las mujeres hablando al mismo tiempo me hacen sentir como en la cola del super. Al abrir la mochila me doy cuenta de que he olvidado los calcetines de gimnasio. Parecería una cosa poco importante si los que llevara puestos no fueran de Pluto y su hijo en un tarde de pesca. Opto por girármelos para que parezcan abstractos y darle un punto cool al asunto. Me visto corriendo y salgo por la puerta embutida en las mallas negras a juego con una camiseta de tirantes holgada y los calcetines indeterminados.

Me dirijo a la clase, no sin antes echar un vistazo a la pista: un chico musculado gime al levantar casi 50 kilos, otro más joven intenta hacer lo mismo pero sólo con 20, más adelante varias chicas se amontonan a la entrada de nuestra sala. Nunca he tenido especial interés en esta sesión, pero la llegada del verano me tiene martirizada y quiero rebajar unas tallas antes de deprimirme delante del espejo con el bikini del año anterior. Atravieso la masa de mujeres hasta la sala, -todas parecen salidas de un cásting para ser la mejor animadora-, y tan sólo pisar la clase maldigo todos los anuncios de tías buenas que salen por la tele.

Juan, el chico guapo de ojos achinados, imparte la clase: siempre me ha irritado su manera de animarnos. En los momentos más oportunos, cuando intentamos estirar el músculo Serrato Mayor, en la posición más ridícula posible, se pasea entre las colchonetas y nos observa atentamente, “venga chicas, 5 veces más, que sepáis que lo hago con todo el amor del mundo”, y nos recuerda que estamos deseosas de cariño.

Vuelvo al mundo real y doy la vuelta para salir de clase. Demasiado tarde. Las aspirantes a actrices obstruyen la puerta entrando a paso ligero. Noto una palmadita en las espalda. Es Juan que me invita a pasar a su clase antes de que sea demasiado tarde. Me giro y sonrío con una mueca forzada, él me responde con un guiño de profe de gimnasia y mira mis calcetines de reojo. Logro escapar de sus garras antes de cualquier comentario y me sumerjo en la primera colchoneta que veo. “Perdona guapa pero hay una pila de colchones junto a la puerta. Este es mío”. La silueta de una mujer rotunda con los brazos arqueados se ha plantado a mis pies a la espera de que reaccione. Me levanto y consigo ver su cara redonda y su pelo desordenado. Prefiero no entrar en combate y me aparto sin decir una palabra. La música ya ha empezado a sonar y Juan hace los primeros movimientos atléticos. Todas le seguimos. Cada una a su estilo.

Me dejo llevar por el ritmo y empiezo a sudar. Las canciones de gimnasio siempre me recuerdan a eso, a gimnasio. Luego ando por la calle o escucho la radio y me parece que todavía sigo en clase. Los mismo pasa cuando compras ropa. Da la sensación de que todas las tiendas se ponen de acuerdo en escoger la emisora. Luego te retumba la cabeza y lo único que quieres es tele-transportarte al sofá. Como cuando sales de noche hasta tarde y llega la hora de volver a casa. Todos hemos deseado aparecer en la cama en un “pluf”.

Un pelotazo en la cabeza me devuelve a la clase, “te toca a ti, pásasela a alguna de tus compañeras”. Recojo el balón del suelo con el ojo todavía dolorido y la lanzo sin mirar. A ver quién tiene reflejos.

Para mi sorpresa ha llegado el final. Apagan la música, todas aplaudimos y yo suspiro aliviada. Recojo mis cosas con discreción y me dirijo a la salida, “te olvidas la toalla”. Juan la sostiene con la mano y me sonríe como si me acabara de salvar la vida. Se lo agradezco, la cojo con suavidad y me suelta “¿haces algo esta noche?. Se me para el corazón, un nudo en la garganta me impide hablar y me apoyo en la pared a punto de caer al suelo, “¿estás bien?”. Me pone una mano en el hombro y me ofrece agua. Bebo un sorbo y me miro al espejo. Una gota de sudor me baja por la nariz, tengo la cara roja e hinchada y una mancha sobre el labio recuerda a un mostacho. ¿Cómo es posible? pienso. Me seco los ojos y me tapo la boca para esconder mi nuevo bigote. “la verdad es que ya tengo planes”, miento. Juan saca un papel del bolsillo y escribe su número, “llámame cuando tengas un hueco y tomamos algo”, asiento en silencio y me voy.

Me ducho y me visto con la mente en blanco y salgo a la calle sin peinar. A lo lejos veo a Juan junto al semáforo. Cuelga su bolsa de gimnasio en el hombro y se apoya en una farola esperando para cruzar. Se yergue al ponerse la luz en verde, se coloca la camiseta de un tirón y me fijo en los calzoncillos de super héroes que le asoman por detrás. Puede que le llame.

8 comentarios:

  1. Si son de Batman, de acuerdo. El resto, sus poderes no nos interesan.

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  2. Enhorabuena por tu primera entrada, Lucinda :-)
    Anímate a escribir un poquito cada día (o cada semana, que con nuestro horario...) y verás cómo poco a poco van surgiendo nuevas historietas en tu cabeza.
    P.D: a algunas les ha pasado algo parecido a lo de los calcetines, pero con la ropa interior... y es peor, jajaj

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  3. He sudado, oído la música aplastante, sufrido por los calcetines y sentido el dolor del labio. Esperemos que al final valga la pena por los pequeños superhéroes que asoman... !Sigue escribiendo¡. Consigues que pase un rato muy divertido. ¡Gracias!

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  4. Qué tiempos aquellos, te'n recordes...?
    Més històries!
    :)

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  5. Has conseguido que me sienta identificada en muchos párrafos! El profe todavía no me ha pedido una cita, probaré con los calcetines "cool".

    Felicidades y a seguir escribiendo :)

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  6. Esperando el próximo... Ole niña, me he reído mucho, que sepas que en mi cabeza la prota de los calcetines eras tú, y aún me hacía más gracia. Marramuuuuuak!!

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  7. Cómo me iba a imaginar que el gimnasio generara tanto ejercicio mental.
    ¡A seguir escribiendo para hacernos pensar y reir al mismo tiempo!

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  8. Luci!!!!k grande!!!me he leido todos los escritos...estoy esperando ya al proximo!!!
    me encanta la chica k va toda despistada por la vida!!!
    un beso enorme!!

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